Me entretengo a pasear con la mirada por las venas de unas manos ancianas, casi por fuera de su piel, y pienso en los ríos de un mapa.
El vagón está lleno, gente
entrando y saliendo en cada parada, todo el mundo transita. El metro, los pasajes
subterráneos, arriba las calles donde cabe todo, casas calladas que observan un pensamiento
tras otro, voces mezcladas, los viajes del recuerdo. Alguien que nos piensa
mientras recorre senderos, los mosquitos que transvasan la sangre y dejan sus
huevos, los leones bajo el sol de la sabana y las ballenas que cantan bajo la
lluvia del Océano. Los locos circuitos del infinito que somos, la minuciosa sangre que
nos bombea y los filamentos que nos tejen, cuerpos, cada sinapsis constante que
explosiona en mi y en ti, y todos los organismos
que respiran y los cuerpos inertes que no pueden, el oxigeno inhalado y su
correspondiente exhalación, y los humos de la combustión y su correspondiente expulsión,
el agua por las cañerías, la electricidad, la luz y sus prisas, todas las ondas
y los alambres que ya no conducen nada, el magnetismo y los caminos de cables y
los caminos secretos y las rutas de las aves que migran, las mascotas en nuestras casas y los parques y
los bosques donde nos llevan a pasear, el correteo de un niño en pijama por la
mañana, las agujas del despertador, el tic y el tac y el engranaje ilustre que
lo empuja. Los sueños, la respiración nocturna y los ronquidos, los gases, los
desagües, las cloacas, las hierbas infusionadas y los fármacos a toneladas en camiones, los
peajes, los bolsillos rotos, los porros de boca en boca, la saliva y los
microbios, el amor y el odio, las miradas, las mentiras, las miradas que hablan
solas, las clandestinas, el deseo, las
pasiones, el sudor que brota de los poros de la piel y resbala, la piel que se
escama y cae, y el pelo que también cae, la tierra y el polvo, las hormigas, el
aire y sus corrientes, y las corrientes del mar, las corrientes políticas, las
religiosas, lo corriente y lo raro, la música, el intangible viaje del sonido y
el extraño secuestro de nuestras almas, el
pornoterrorismo, el hilo del que penden las cabezas, las nubes llenas, la
espiral del tiempo, la hoja caduca que vuela y la oruga lenta que dibuja restos,
la tortuga centenaria, la luz al otro lado del túnel, el agua de los ríos y los
ríos secos. Me bajo en esta estación.